Nuestros compañeros han investigado recientemente el alcance de algunos conceptos erróneos en el campo de la seguridad informática y no podía faltar en este estudio la herramienta de seguridad más conocida de todas: un simple cactus, ya que más de un tercio de los encuestados (el 37 %) cree que los cactus absorben la radiación nociva del monitor.
Resulta tentador automáticamente considerar esta noción como un mito, pero detrás de cada mito hay algo de verdad. En este caso, la historia es muy instructiva si te preocupas por tu salud.
Del espacio exterior a la pantalla del ordenador
No está claro cuándo salieron a la luz por primera vez las propiedades protectoras del cactus. Algunas fuentes mencionan un “estudio de la NASA”, pero sin proporcionar un enlace. Dicho esto, la NASA lleva bastante tiempo estudiando el efecto de la radiación cósmica en las plantas.
Además, los investigadores espaciales están sumamente interesados en el impacto de la radiación ionizante (rayos X y rayos Gamma), uno de los principales riesgos para la salud en el espacio. Y no sería de extrañar que los cactus mostraran buenos resultados en estos experimentos. Al fin y al cabo, sobreviven bien en los desiertos ecuatoriales, donde el sol los bombardea con radiación ultravioleta (de longitud de onda similar a la de los rayos X) de forma prácticamente constante.
Pero al aplicar estas observaciones a la “radiación nociva del monitor”, surgen tres preguntas:
- ¿Los monitores de ordenador producen radiación ionizante?
- ¿Los monitores de ordenador producen otra radiación nociva?
- ¿Los cactus ayudan a protegerse contra ella?
La primera pregunta es fácil de responder con la ayuda de un dosímetro. No, los monitores modernos no emiten radiación ionizante (como los rayos X), que superaría la radiación natural de fondo.
No obstante, todos los aparatos eléctricos son una fuente de radiaciones electromagnéticas a frecuencias más bajas. Y, dado que el término “radiación” tiene una connotación negativa para muchos, puede generar confusión. Esta es probablemente la razón por la que la investigación espacial de la NASA se transfirió a los electrodomésticos y los campos electromagnéticos que producen.
Bien, echemos un vistazo más detallado a esta radiación que no es de rayos X (no te preocupes, eso es seguro). El efecto de los cactus con la radiación de los monitores ya lo estudiaron en el 2018 unos investigadores de dos universidades de Turquía. Se hicieron con cactus de diferentes tipos y tamaños (algunos muy grandes), así como varios monitores de ordenador: tanto los antiguos de tubo de rayos catódicos (TRC) como los más modernos (escritorio y portátiles) de cristal líquido (LCD). También probaron a poner los cactus en diferentes ubicaciones: tanto delante como detrás de los monitores.
Los científicos turcos midieron la fuerza del campo magnético del monitor con y sin cactus, y las plantas no tuvieron ningún efecto en ninguno de los casos. Así que ahí lo tienes: los cactus no se comen la radiación electromagnética de los monitores. Este es el primer mito desmentido.
¿Qué campos electromagnéticos son nocivos?
La pregunta más difícil sigue siendo: ¿qué daño causa la radiación electromagnética? Esta pregunta surgió en el estudio turco y en muchos otros. Los campos electromagnéticos fuertes son muy nocivos: en particular, aumentan el riesgo de tumores cancerígenos. Como tal, existen recomendaciones generales de la OMS y estándares de seguridad más detallados, que especifican la fuerza máxima permisible de los campos electromagnéticos (CEM).
La buena noticia es que los monitores LCD y portátiles modernos no producen campos electromagnéticos peligrosos. ¿La mala? Que muchos electrodomésticos que nos rodean sí generan campos electromagnéticos muy potentes y, a menudo, nocivos. Los antiguos TRC son uno de los culpables y, desgraciadamente, no son los únicos.
Tú mismo puedes analizar tu casa u oficina utilizando un dispositivo que mide la intensidad del campo eléctrico (en voltios por metro) y la densidad/intensidad del flujo magnético (en microteslas). Sin embargo, debes tener en cuenta que los estándares de seguridad de cada país pueden variar considerablemente (aquí puedes consultar la tabla comparativa).
En muchos países europeos, la intensidad máxima permitida de un campo eléctrico alterno con una frecuencia de 50/60 Hz (la frecuencia de la CA en la toma de corriente) en áreas residenciales es de 5000 V/m, y la intensidad máxima del campo magnético es de 100 microteslas. Sin embargo, en algunos países los límites son más estrictos, es decir, más bajos: por ejemplo, en China (4000 V/m), Japón (3000 V/m), República Checa y Croacia (2000 V/m) y Polonia (1000 V/m). Pero los estándares más estrictos de todos son los de Rusia: en instalaciones residenciales, el campo eléctrico no debe exceder los 500 V/m y la inducción magnética, cinco microteslas.
Esto se refiere a la radiación que produce la corriente de nuestros enchufes, así como a los electrodomésticos que usan esta corriente. Pero muchos dispositivos modernos producen emisiones de radiofrecuencia aún más “energéticas”; es decir, transmiten más energía al tejido vivo debido a su mayor frecuencia. Por lo tanto, las normas de seguridad en estos casos son mucho más estrictas. Por ejemplo, en la mayoría de los países europeos, para la radiación con una frecuencia de 900 MHz (a la que funcionan los dispositivos móviles modernos), la intensidad del campo eléctrico admisible es de 41 V/m y la inducción magnética de dichos emisores no debe superar los 0,14 microteslas.
Vamos a ver qué valores se pueden encontrar en una casa moderna. Al medir un enchufe con un cargador de smartphone, vemos que la intensidad del campo eléctrico es de 1296 V/m y la inducción magnética es de 14,6 microteslas. Índices muy poco saludables, a juzgar por los estándares rusos, polacos o eslovenos; pero es que un cargador de smartphone inalámbrico, a pesar de su reducido tamaño, genera un campo mucho más fuerte: 1919V/m y 16 microteslas.
Se pueden encontrar campos electromagnéticos aún más poderosos cerca de cocinas eléctricas (sobre todo las de inducción), neveras, microondas y routers wifi.
¿Qué hacer con estos campos nocivos?
Las normas ya mencionadas no son inamovibles, sobre todo porque varían de un país a otro y no solo con respecto a los límites prescritos, sino también a los mismos parámetros elegidos para la medición. Por ejemplo, algunas normas de seguridad no evalúan la intensidad de la radiación electromagnética, sino el tiempo máximo que una persona puede estar expuesta sin efectos nocivos.
Así que, para analizar tu caso en concreto, es mejor que te asesores con unos expertos. Eso sí, a rasgos generales, puedes seguir estos consejos que compartiremos a continuación para protegerte contra los CEM nocivos. Hay dos medios técnicos principales y uno, digamos, humanitario.
El primer método técnico consiste en la instalación de estructuras especiales de malla metálica entre el usuario y el aparato eléctrico potente. Este método se usa muy a menudo en la industria, pero es mucho menos frecuente en la vida cotidiana.
El segundo método se puede aplicar mejor al hogar: asegurarte de que los electrodomésticos estén correctamente conectados a tierra para descargar el “excedente de electricidad ” de tus dispositivos. No lo intentes tú mismo, es mejor que llames a un electricista profesional. De hecho, hasta él podría ser incapaz de ayudarte si el diseño de tu edificio no permite la conexión a tierra.
Pero el tercer método de defensa siempre lo puedes implementar tú mismo: la llamada “ley del cuadrado inverso”, que establece que la fuerza de los campos electromagnéticos disminuye rápidamente cuando aumenta la distancia de la fuente de radiación (inversamente proporcional al cuadrado de la distancia de la fuente, para ser precisos). Por lo tanto, a una distancia de 1,5 a 2 metros de casi cualquier dispositivo doméstico, su radiación es débil y no nociva.
Es decir, no te vayas a la cama con la cabeza pegada a un enchufe con un par de cargadores de teléfonos móviles conectados, ni te sientes en el escritorio con la espalda pegada al router. Aplica esta misma “regla de distancia” con el resto de los electrodomésticos, básicamente recuerda lo que te decían de pequeño cada vez que corrías a ver la televisión.
Y para te sea más fácil seguir esta regla, intenta marcar el área alrededor del dispositivo en cuestión. Por ejemplo, puedes rodearlo con cactus. Y si alguien te dice que las plantas no protegen contra la radiación nociva, háblales sobre la ley del cuadrado inverso y del papel tan importante que desempeñan tus espinosos amigos: no impiden que la radiación llegue a la persona, sino que la persona llegue a la radiación.
Entonces, ¿es realidad o ficción que los cactus protegen de la radiación nociva?
Ficción. El estudio mostró que los cactus no tienen ningún efecto sobre la radiación electromagnética, pero sí pueden ser útiles para cercar los electrodomésticos que generan campos electromagnéticos.