Según la encuesta ‘Social Dilemma’ realizada por Kaspersky, el 45% de los españoles señala que los influencers a los que siguen en redes sociales les proporcionan un escape de la realidad y una vía para poder obviar o empequeñecer los problemas cotidianos.
Al igual que cuando vemos una serie o una buena película somos conscientes de que los personajes no son reales, que son actores o actrices interpretando un papel, muchas de las cuentas de influencers nos aportan un fantástico contenido y un soplo de aire fresco a la vida.
Nos hacen reír, pasar buenos ratos y olvidarnos temporalmente de los conflictos del día a día, aprender, generar complicidades… sí, pero no dejan de ser unos buenos actores y actrices que durante un tiempo determinado muestran su mejor cara. Tras el último fotograma, sus historias vitales son muy similares a la tuya o a la mía, con sus luces y sus sombras. Ponen su granito de arena para que nos podamos olvidar por unos instantes de las pequeñas o grandes cosas que nos aquejan o que nos complican la vida.
No llegar a final de mes o pasarlas canutas para poder pagar el alquiler o la hipoteca, padecer algún problema de salud o que alguien de los nuestros tenga dificultades en el trabajo, pasar por una mala racha con la pareja o que el Tinder no dé señales de vida durante una larga temporada, son -entre otras muchas causas que nos encontramos el común de los mortales (todos sin excepción)- las que nos hacen tener vaivenes emocionales y, por ende, que busquemos estrategias para mejorar nuestra satisfacción vital y conquistar nuestra felicidad. Y ahí, las relaciones sociales son un excelente lubricante para mejorar nuestra salud mental; son mágicas.
Trabajar, hacer algo de deporte y esperar a que llegue la noche para leerte un buen libro, compartir un rato con los tuyos, ver la serie que nos tiene enganchados o hacer una quedada virtual con nuestros influencers favoritos.
Relaciones equilibradas
El planeta de los influencers es un mundo repleto de distracciones y de diversión, espacios en los que recibimos opiniones sobre salud, sobre hábitos y aficiones, espacios con toneladas de creatividad y de humor positivo, profesionales de la veracidad y, cómo no podía ser de otra manera, un lugar en el que se cuelan multitud de mensajes falaces.
Pero antes de adentrarnos en el mundo de los influencers o referentes, te invito a que reflexionemos sobre cómo nos relacionamos con nuestro entorno, pareja, compañeros de trabajo, amigos e influencers o referentes.
Para que una relación sea equilibrada y con ella conseguir desarrollar un mutuo bienestar ha de estar fundamentada en estos cuatro pilares: sinceridad, confianza, lealtad y reciprocidad. Y si uno de estos factores falla, es muy fácil que la relación quede tocada, y si fallan dos o más, fácil es que pasemos a hablar de un o una ex en lugar de alguien importante del presente.
Esto parece fácil de detectar en las relaciones sociales del día a día, pero en el caso de las relaciones parasociales que se crean en las redes sociales, ¿cómo detectar si son equilibradas y nos generan bienestar?
Bien, tomando como brújula vital el anterior mapa social, podemos -y creo que debemos- exigir a nuestro influencer o referente que sea sincero en sus mensajes, que sea digno de confianza, que sea leal a sus ideas y a sus valores -esa es una de las razones por las que nos fascina-, de tal manera que la relación que mantenemos con su cuenta esté basada en cierta reciprocidad.
Si lo idealizamos en exceso, si pensamos que su vida es tan maravillosa y divertida como los fotogramas que nos muestra, si creemos que no padece similares problemas a los nuestros y que por lo menos tiene o ha tenido los mismos cráteres que los nuestros, hablamos de una relación desigual y a la que seguramente habrá que poner una dosis de crítica y tal vez, cierta distancia.
Hablemos más de referentes
¿Influencers o referentes? Esa es la cuestión ¿El o la influencer tiene una excelente formación académica sobre la que habla y es un profesional de la materia? Entonces, mejor hablemos de un referente. ¿El o la Influencer reconoce que no sabe de todo y se excusa cuando se equivoca? Mejor hablemos de referente. ¿La influencer o la influencer asume errores y está alejado de mostrar que su vida es perfecta y repleta de éxitos? Mejor hablemos de referentes; la vida no es perfecta.
¿El espacio del influencer es lo más alejado de una secta en la que el gurú y sus cientos o miles de fans poseen la verdad absoluta y atacan al disidente? Entonces, mejor hablemos de referentes. ¿Te hacen reflexionar, te animan a conocer nuevos conceptos, te generan pequeñas dudas respecto a sus firmes creencias? Entonces, mejor hablemos de referentes. ¿Utiliza el humor positivo cuando divulga y te trata de igual a igual? Tal vez, hablemos de un buen referente.
El ser humano es un ser social ávido de comunicar, cooperar, ayudar y necesitado de sentirse integrado en el grupo al que pertenece. No hay que olvidar que uno de los principales factores que inciden en nuestra satisfacción vital son las relaciones sociales. Sí, las reales, las de compartir complicidades y las de poder abrazar e irnos de cañas, y también tienen su papel hoy en día -más por falta de tiempos y por la vorágine del día a día- nuestras relaciones en las redes sociales.
Permíteme que te recuerde que lo mejor de ti no eres tú mismo. No, lo mejor de ti son las personas que te rodean; sin ellas serías muy poca cosa, serías algo insignificante. Experiencias e ideas sin poder compartir son lo más parecido a un conjunto vacío, algo cercano a la nada. ¿Y a quién tienes a tu alrededor en el mundo de las redes sociales? ¿A influencers o a referentes? Yo lo tengo claro, ¿y tú? Menos influencers y más referentes.
*Artículo de Nacho Coller, (@nachocoller) , psicólogo divulgador, especializado en personas y organizaciones.